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 Confesiones de voyerismo Yolanda cuenta como espiaba a sus vecinos y se masturbaba.

Confesiones de voyerismo Yolanda cuenta como espiaba a sus vecinos y se masturbaba.

Yolanda vivía en un apartamento de la tercera planta de un edificio antiguo, con una vista perfecta hacia la calle. Era una mujer tranquila, que disfrutaba de las pequeñas cosas: las tardes soleadas, el aroma del café recién hecho y los momentos de silencio. Aunque le gustaba la paz de su hogar, había algo en el ritmo de la vida del vecindario que siempre le llamaba la atención. Las personas, sus movimientos, sus gestos. Cada uno con su historia, pero todos en su propio universo.

Uno de sus vecinos, Carlos, vivía justo en el apartamento de enfrente. Era un hombre de unos 40 años, con una rutina aparentemente simple. Yolanda no lo conocía mucho, pero siempre lo veía entrar y salir del edificio, a veces apurado, otras veces caminando lentamente, como si estuviera pensando en algo importante.

Lo que realmente captaba la atención de Yolanda era la forma en que Carlos lucia tan bien para su edad de vida recorrida, habia algo en el que hacia sentir a yolanda exitada pasaba sus tardes. A menudo, después de llegar del trabajo, se sentaba en su sillón frente a la ventana, mirando hacia la calle. No se notaba si tenía algo en particular en mente, pero Yolanda solía imaginar que estaba tomando un respiro, o tal vez simplemente buscando algo en la fantasia sexual de aquel hombre.

Una tarde, mientras Yolanda estaba sentada en su sillón, mirando hacia afuera, notó que Carlos tenía una ventana abierta. El viento soplaba suavemente y las cortinas se movían con elegancia. No había algo especialmente inusual en su postura, pero algo en la atmósfera le dio la sensación de que él también estaba disfrutando de la tranquilidad de la tarde, sin ropa mas que un ligero pantaloncillo que lo hacia lucir joven, Yolanda mirandolo con ojos lujuriosos en su imaginacion se veia juntos sin ropa piel con piel empezando a sentir exitacion en todo su cuerpo, experimentaba sensaciones nuevas hasta llegar al orgasmo.

Yolanda no pudo evitar seguir observando. Su mirada se desvió hacia la figura de Carlos, que en ese momento estaba removiendo unas plantas en su balcón. El acto era tan cotidiano, tan humano, que no pudo evitar sentirse un poco fascinada por la simplicidad de ese momento. 

Durante los días siguientes, Yolanda siguió observando discretamente a Carlos. Eso era algo que le causaba mucha exitacion. A veces, Yolanda se imaginaba quien estaria con el en su apartamento. . Una tarde, sin embargo, la situación cambió. Mientras Yolanda observaba como siempre, Carlos se volteó y la miró directamente a los ojos, sin decirse nada solo sonrieron.

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