El delfín:
Una posición bastante placentera para la mujer al momento de la penetracion y dando una placentera vista para el hombre, algo sexy que encenderá más la situación.
La mujer se estira boca arriba en la cama, mientras tú te acercas de rodillas entre sus piernas, que quedan abiertas. Entonces agarras bien sus piernas a la altura de las rodillas y las elevas hasta tu cintura, mientras ella mantiene el equilibrio con sus codos sobre la cama (o donde estéis) y su espalda forma un arco. Es una postura muy interesante, porque consigue al mismo tiempo tocar los puntos más sensibles de las partes íntimas femeninas y ejercer presión sobre el miembro masculino.
El caracol:
Sencilla, pero vaya si es efectiva. El caracol puede parecer una variante de la postura del misionero, pero alterar la colocación de las piernas de la mujer lo cambia todo, especialmente para ella y sus posibilidades para llegar al orgasmo. Es posiblemente una de las posiciones más fáciles y placenteras del Kamasutra.
La mujer, que está estirada boca arriba, coloca sus piernas en los hombros de su pareja, quien la penetra desde esa posición apoyando las manos en la cama. ¡Chupado! No te olvides de darle un extra a la postura con caricias, intensidad de miradas y buen movimiento pélvico. Además: es una posición ideal para el sexo anal.
La isla:
Esta sencilla postura demuestra que un simple detalle puede mejorar muchísimo el placer al llegar a zonas diferentes y estimulantes que normalmente quedan olvidadas. El elemento clave en la postura de la isla es un cojín. Es muy fácil: ella tiene que colocarse boca abajo en la cama y colocar el cojín debajo de su pelvis, de manera que su trasero quedará como si fuese una montaña o una isla. La penetración será por atrás, y podréis comprobar que es de lo más intensa. Si quieres darle un giro a esta postura.
La amazona:
En la postura clásica de la amazona, la persona que va a realizar la penetración se colocará tumbada, boca arriba, sobre una superficie que sea plana. El sofá, la cama o incluso el suelo son buenos lugares en los que cabalgar.
La persona que va a ser penetrada se sentará a horcajadas sobre la persona que está acostada, y se colocará con sus rodillas semiflexionadas, como si la estuviese cabalgando.
La persona que recibe la penetración tiene el control de los movimientos y controla tanto la profundidad de la penetración como el ritmo.
La postura de la amazona es cómoda tanto para disfrutar de la penetración vaginal como de la penetración anal.
Tanto en el caso de la persona que recibe la penetración como de la persona que está tumbada, las manos quedan libres para acariciar y/o autoestimularse.
La flor de loto:
esta postura resulta muy sensual para ambos miembros de la pareja y es ideal para pasar un momento de placer desbordante, así como para compartir los besos y caricias más apasionados. Encuentra en la siguiente lista algunas de las ventajas de practicarla.
El hombre se debe sentar en un lugar firme y doblar sus piernas de manera que sus talones se acerquen entre sí. Es una posición utilizada también para ejercicios de meditación.
La mujer, por su parte, se sienta encima suavemente y, con sus piernas, rodea la cintura del amante.
Sin duda, lo más importante de esta práctica es la conexión. Las manifestaciones afectivas son las protagonistas, por lo que hay que mirar a los ojos, sonreír, besar y acariciar sin temor a pecar por melosos. El resultado es nada más y nada menos que una sensación de amor pleno.
Contra la pared de pie:
Apoya el peso de ambos cuerpos sobre una pared. También, pueden empujar la pared con los pies para realizar los movimientos.
Esta es una de las más clásicas y fáciles de conseguir. Para ello, uno de los dos debe estar recostado contra la pared, mientras que el otro le abraza y penetra. Esta pose permite muchas variaciones, por ejemplo, ambos pueden estar viéndose de frente o la chica puede dar la espalda a quien la penetrará. Además, por su versatilidad, puede servir para sexo anal o vaginal.
Esta postura no solo ayuda a una mayor penetración, si no a una sensación de posición y seguridad. Ya que la persona que se encarga de sostener a la otra, siente esa forma como un cierto dominio ante la situación y la que es cargado, tiene la seguridad de que su pareja la tiene en sus brazos, resultando en un lazo de pertenecer uno al otro.
