Tiempo de lectura estimado: 3 minutos
Probe un estimulante para mujer,  te cuento como me puse caliente como nunca.

Probe un estimulante para mujer, te cuento como me puse caliente como nunca.

No era la primera vez que buscaba nuevas formas de explorar mi cuerpo, pero esa noche algo fue distinto. Había leído mucho sobre ciertos estimulantes diseñados especialmente para mujeres, cremas o gotas que prometían aumentar la sensibilidad, intensificar el placer y despertar zonas dormidas. La idea me intrigaba. No porque no disfrutara del sexo —lo hacía, y mucho—, sino porque quería más. Quería incendiarme por dentro. Sentirme viva, deseosa, fuera de control.

Compré un frasquito discreto por internet. Decía que bastaba con unas gotas aplicadas sobre el clítoris para que la magia empezara. Al principio dudé. ¿Y si no funcionaba? ¿Y si era puro marketing? Pero la curiosidad era más fuerte. Aquella noche, con la habitación iluminada apenas por la luz cálida de una vela, decidí probarlo.

Estaba sola. Me había duchado con calma, perfumado la piel, y llevaba puesto solo un camisón de seda que se deslizaba sobre mi cuerpo como un susurro. Me tumbé sobre la cama y abrí el frasco con cuidado. El olor era suave, mentolado, casi imperceptible. Con la yema del dedo, tomé una pequeña cantidad y la llevé hasta donde sabía que el placer comenzaba.

Apenas lo apliqué, sentí un leve cosquilleo. Una caricia fantasmal que no venía de mi mano. Era como si mi clítoris se despertara, como si un pulso nuevo comenzara a latir ahí. Me mordí el labio, sorprendida. En segundos, ese cosquilleo se convirtió en calor. Un calor delicioso. Como si mi piel ardiera solo en ese punto exacto, irradiando deseo al resto del cuerpo.

Mis pechos se tensaron al instante, los pezones duros, sensibles. Cada roce del camisón era un tormento dulce. Deslicé una mano entre mis piernas, y ya estaba húmeda. Ridículamente húmeda. No podía creerlo. No había tocado nada más, no había visto ningún video, ni siquiera estaba fantaseando… solo el efecto del estimulante, puro y potente.

No me resistí. Abrí bien las piernas y comencé a acariciarme, despacio al principio. Cada movimiento era una descarga. Mis caderas se movían solas, como si mi cuerpo supiera algo que mi mente aún no entendía del todo. Me tocaba como si no fuera yo, como si alguien más estuviera ahí, invisible, con dedos expertos y crueles. No tardé en gemir. Fuerte. Me sorprendí a mí misma diciendo palabras sucias al aire, como si tuviera un amante imaginario montándome con fiereza.

Los espasmos llegaron antes de lo esperado. Un orgasmo rápido, pero intenso. Y no terminó ahí. El calor seguía. Las pulsaciones no se detenían. Me seguí tocando, una y otra vez, como si estuviera poseída. Tuve dos, tres… no sé cuántos más. Perdí la cuenta. Solo sabía que mi cuerpo no quería parar. El estimulante me había llevado a un lugar donde la vergüenza no existía, donde solo importaba el placer.

Cuando por fin logré calmarme, con las piernas abiertas, temblando y sudada, supe que no sería la última vez. Esa pequeña botella se convirtió en mi cómplice secreta. Había descubierto un nuevo nivel de deseo. Una puerta abierta a una versión de mí que no sabía que estaba esperando salir.

Y créeme… jamás me había sentido tan viva.

whatsapp Facebook share link LinkedIn share link Twitter share link Email share link
inicia una conversación
Asesor 1
Gerente
Habla con nuestro gerente
Asesor 1
(Paseo Degollado 66) Matriz
Soporte en Paseo Degollado 66
Asesor 3
(Av. Revolución 669)
Soporte en Av. Revolución 669
Asesor 2
(Avenida Hidalgo 973)
Soporte en Avenida Hidalgo 973

mi cuenta