Dentro del amplio mundo de los juguetes eróticos están apareciendo cada vez más modelos que además de vibrar, realizan determinados movimientos, como rotaciones o embestidas. Esto proporciona una estimulación más dinámica y más cercana a la de una penetración, o a determinados tipos de caricia que, de forma manual, es difícil de imitar.
La teoría vs. la práctica
En teoría, tener un juguete que se mueve tiene varias ventajas:
Estimula más zonas de forma más directa.
Necesita que hagas menos esfuerzo. Tú puedes dejar que el aparato “trabaje” sin tener que mover el brazo o encontrar el ángulo justo.
Ofrece una experiencia más realista o más sorprendente. Dependiendo del modelo, puede dar una sensación de vaivén, de golpeo o de giro que va más allá de una simple vibración fija.
Pero en la práctica…
Hay mujeres que están muy satisfechas con ellos, pero también están las que creen que el movimiento puede resultar demasiado intenso o poco natural, dificultándoles encontrar placer en lugar de aumentarlo.
A otras les puede parecer que están más concentradas en “qué hace el aparato” que en dejarse llevar.
A tener en cuenta antes de comprar
Si estás planteándote dar el paso, vale la pena tener en cuenta:
Potencia regulable: Que tenga varias intensidades o tipos de movimiento.
Material: Busca siempre siliconas de calidad, sin ftalatos, más higiénicas y agradables al tacto.
Diseño: Hay modelos específicos para punto G, clítoris o dobles (vaginal + clitoriano).
Ruido: Algunos mecanismos generan más ruido que otros; puede que eso te incomode o te desconcentre.
Conclusión (honesta)
¿Son tan excitantes como parecen en los vídeos o en la publicidad?
Eso depende mucho de tus preferencias, de tu sensibilidad, de cómo vivas tu sexualidad…
Pero sí podemos decir que están muy avanzados, están hechos para dar nuevas sensaciones y complementar el placer.
Eso sí, no están hechos para sustituir nada, sino para sumar: a tus dedos, a tu compañero o a tu imaginación.
Si tienes curiosidad, vale la pena darle una oportunidad, pero sin dejar de tener en cuenta que cada placer es muy personal.
