Los juguetes sexuales han existido durante siglos, pero solo en tiempos recientes han comenzado a ganar un lugar más visible y aceptado en las conversaciones sobre bienestar sexual. A pesar de su creciente popularidad, siguen rodeados de tabúes, juicios y una buena cantidad de mitos. Desmentir esas ideas erróneas es esencial para que más personas puedan explorar su sexualidad de manera saludable, segura y libre de culpa. A continuación, repasamos algunos de los mitos más comunes sobre los juguetes sexuales y lo que realmente debes (y no debes) creer.
Una de las creencias más extendidas es que los juguetes sexuales son un "reemplazo" de la pareja, como si el placer que ofrecen fuera exclusivo para personas sin compañía. Esto no solo es falso, sino que limita el potencial de estos dispositivos. Muchas parejas usan juguetes sexuales para enriquecer su vida íntima, explorar nuevas sensaciones, romper la rutina y mejorar la comunicación sobre lo que les gusta. Lejos de ser una amenaza, los juguetes pueden convertirse en aliados poderosos del deseo mutuo.
Utilizar un juguete sexual no significa que haya insatisfacción ni carencia. De hecho, muchas personas con una vida sexual activa y satisfactoria deciden incorporar estos elementos simplemente por curiosidad o para ampliar sus experiencias. Pensar que los juguetes son una solución “de emergencia” perpetúa la idea de que hay una única manera válida de experimentar el placer, lo cual es completamente erróneo.
Como en todo, la seguridad depende del uso y la calidad del producto. Si eliges juguetes fabricados con materiales aprobados médicamente (como silicona de grado médico, acero inoxidable, o vidrio templado), los limpias adecuadamente y los usas siguiendo las recomendaciones del fabricante, no deberían representar ningún peligro. Además, muchos juguetes están diseñados específicamente pensando en la anatomía humana, para ser seguros y cómodos. Lo importante es siempre informarse antes de comprar y no dejarse llevar solo por el aspecto externo.
Otro estigma común es que los juguetes sexuales están pensados solo para mujeres, en especial para estimular el clítoris o la vagina. Sin embargo, existen juguetes para todas las identidades y orientaciones sexuales: masturbadores masculinos, anillos vibradores, estimuladores prostáticos, plugs anales, y más. El placer no entiende de géneros, y los juguetes tampoco deberían.
Este mito genera mucho temor, especialmente en mujeres que descubren el poder de la estimulación vibratoria. La realidad es que el cuerpo humano tiene una gran capacidad de adaptación, pero también de variación. Usar un vibrador no “estropea” tu sensibilidad ni te hace menos capaz de disfrutar otras formas de placer. Al contrario, muchas personas aprenden más sobre sus zonas erógenas y preferencias al usar estos juguetes, lo que puede mejorar sus experiencias sin ellos.
Los juguetes sexuales pueden ser herramientas de autoconocimiento, exploración y empoderamiento sexual.
Son compatibles con cualquier etapa de la vida sexual, ya sea en solitario o en pareja.
Su uso responsable implica higiene, comunicación abierta (si se usan en pareja), y una actitud libre de culpa.
La educación sexual integral debería incluir información sobre estos dispositivos para que las personas puedan tomar decisiones informadas.
Como cualquier otro aspecto de la sexualidad, el uso de juguetes sexuales está lleno de matices y elecciones personales. Lo importante es dejar de lado los mitos que limitan el placer, la autoexploración y la salud sexual. En lugar de juzgar o sentir vergüenza, deberíamos fomentar una conversación más abierta, inclusiva y basada en información confiable. Al final del día, nadie debería sentirse mal por buscar formas seguras y placenteras de disfrutar de su cuerpo.