La sexualidad es una parte natural y esencial del bienestar humano. Cuidarla implica no solo prestar atención a nuestras emociones y relaciones, sino también a la salud física y a la seguridad. En este contexto, los productos diseñados para mejorar la experiencia sexual, prevenir riesgos y promover el placer pueden ser grandes aliados.
Hoy en día, el mercado ofrece una amplia variedad de artículos que van desde métodos de protección hasta herramientas para explorar nuevas sensaciones. A continuación, repasamos algunos de los más relevantes para mantener una sexualidad más saludable.
El pilar fundamental de una sexualidad saludable es la protección contra infecciones de transmisión sexual (ITS) y embarazos no planeados.
Preservativos masculinos: Hechos principalmente de látex, poliuretano o poliisopreno, son una barrera física eficaz contra ITS y embarazos.
Preservativos femeninos: Se colocan dentro de la vagina y brindan una alternativa para quienes desean mayor control sobre su protección.
Barreras orales (dental dams): Láminas de látex o poliuretano que se utilizan en sexo oral para prevenir el contacto directo con fluidos.
Además de su función preventiva, muchos preservativos incluyen lubricantes, texturas o sabores que mejoran la experiencia.
El uso de lubricantes no solo aumenta la comodidad, sino que también previene irritaciones y microlesiones que podrían facilitar el contagio de infecciones.
A base de agua: Son versátiles, compatibles con preservativos y fáciles de limpiar.
A base de silicona: Más duraderos, ideales para relaciones prolongadas o juegos acuáticos.
Con ingredientes naturales: Diseñados para pieles sensibles o personas que buscan opciones más orgánicas.
Un lubricante adecuado puede marcar una gran diferencia en la calidad de las relaciones sexuales y en la salud genital.
Estos dispositivos no solo estimulan el placer, sino que también pueden ayudar a explorar el propio cuerpo, mejorar la comunicación en pareja y hasta fortalecer el suelo pélvico.
Vibradores: Disponibles en múltiples formas y tamaños para estimulación externa o interna.
Anillos vibradores: Mejoran la erección y ofrecen sensaciones adicionales a ambas personas.
Bolas Kegel: Fortalecen los músculos del suelo pélvico, lo que contribuye a un mejor control y sensibilidad.
Es importante elegir juguetes de materiales seguros para el cuerpo, como silicona médica, y limpiarlos adecuadamente.
La salud sexual también implica cuidar la zona genital con productos específicos:
Hidratantes vaginales: Ayudan a combatir la sequedad, especialmente en mujeres en menopausia o con cambios hormonales.
Jabones íntimos de pH balanceado: Mantienen la flora vaginal sin alterar su equilibrio natural.
Aceites sensuales: Pueden usarse para masajes eróticos, mejorando la intimidad y relajación.
Algunas personas recurren a suplementos para mejorar la libido o el rendimiento sexual. Entre los más comunes se encuentran el ginseng, la maca andina o el cacao puro. Aunque su efectividad puede variar, es recomendable consultar con un profesional de la salud antes de incorporarlos.
No todo se trata de productos físicos: los libros, cursos, aplicaciones y talleres sobre sexualidad son herramientas valiosas para aprender sobre el propio cuerpo, comunicación en pareja y prácticas seguras.
Conclusión
Los productos para una sexualidad más saludable no se limitan al placer, sino que abarcan prevención, bienestar físico y emocional. Desde preservativos y lubricantes, hasta juguetes, productos de higiene y recursos educativos, cada herramienta puede contribuir a una vida sexual más plena y segura. La clave está en elegir con información, respetar los límites propios y de la pareja, y recordar que la salud sexual es una parte integral del bienestar general.