El uso de juguetes sexuales es cada vez más común y aceptado en la vida íntima de muchas personas. Ya sea para uso individual o en pareja, estos productos pueden ofrecer placer, explorar nuevas sensaciones y contribuir a una sexualidad más saludable. Sin embargo, su uso debe ir acompañado de una adecuada higiene y responsabilidad, tanto para proteger la salud como para prolongar la vida útil de los dispositivos. La limpieza correcta y la prevención de riesgos son fundamentales para evitar infecciones, reacciones adversas o daños físicos.
Durante el uso de un juguete sexual, este entra en contacto con fluidos corporales, piel y mucosas. Si no se limpia de forma adecuada, pueden proliferar bacterias, hongos o virus, lo que incrementa el riesgo de infecciones urinarias, vaginales, anales o de transmisión sexual. Incluso si un juguete se utiliza de forma individual, la falta de higiene puede afectar la salud de la persona que lo emplea.
La limpieza depende del material del juguete. Los más comunes incluyen silicona médica, vidrio, acero inoxidable, ABS, elastómeros o gelatina.
Juguetes de silicona, vidrio y acero inoxidable: suelen ser no porosos y fáciles de limpiar. Se pueden lavar con agua tibia y jabón neutro sin fragancia, o con limpiadores especiales para juguetes sexuales. Algunos modelos resistentes al calor pueden hervirse durante unos minutos para esterilizarlos.
Juguetes de materiales porosos (como gelatina o TPE): requieren especial cuidado, ya que pueden retener bacterias. No es recomendable compartirlos y se deben limpiar siempre después de cada uso con agua tibia y jabón suave.
Limpieza profunda: en caso de usar lubricantes o aceites, la limpieza debe ser más meticulosa, ya que pueden dejar residuos. También es importante enjuagar completamente para evitar irritaciones posteriores.
Nunca se deben usar limpiadores abrasivos, lejía o alcohol puro, ya que pueden dañar el material o dejar residuos tóxicos.
El uso responsable implica no solo mantener la higiene, sino también adoptar medidas de seguridad durante el juego sexual.
Uso de preservativos: especialmente útil cuando se comparten juguetes, para evitar la transmisión de infecciones.
Lubricación adecuada: previene irritaciones y microlesiones. Es importante elegir un lubricante compatible con el material del juguete (por ejemplo, lubricantes a base de agua para juguetes de silicona).
No compartir sin protección: incluso entre parejas estables, ya que pueden existir microorganismos que causen infecciones sin presentar síntomas.
Revisar el estado del juguete: fisuras, desprendimientos o cambios de color pueden indicar desgaste y potencial riesgo de acumulación de bacterias.
Algunos riesgos comunes relacionados con el uso inadecuado de juguetes sexuales incluyen lesiones, reacciones alérgicas o transmisión de infecciones. Para prevenirlos:
Verificar la calidad: elegir productos con certificación y materiales seguros para el cuerpo (libres de ftalatos y tóxicos).
Evitar el uso de objetos no diseñados para la estimulación sexual: pueden causar daños internos o no ser seguros para la higiene.
Respetar los límites del cuerpo: no forzar la inserción ni prolongar el uso si hay dolor o incomodidad.
Almacenamiento adecuado: guardar los juguetes en bolsas limpias y secas, lejos de la luz solar directa y de otros juguetes para evitar reacciones químicas entre materiales.
La normalización de los juguetes sexuales no debe eclipsar la importancia de la información sobre su uso seguro. Conocer los materiales, modos de limpieza y prácticas preventivas ayuda a que la experiencia sea segura, placentera y libre de riesgos para la salud.